El mediador en sordoceguera y otros profesionales
Tradicionalmente han existido dos perfiles profesionales para la atención directa a las personas con sordoceguera: el guía-intérprete de lengua de signos y el mediador en sordoceguera. También existe el guía comunicador, que sin ser un perfil profesional realiza labores cotidianas de atención y comunicación.
Los perfiles profesionales están reconocidos internacionalmente, pero en función de los usos y de la legislación de cada país pueden recibir diferentes nombres. En España el Real Decreto 831/2014, de 3 de octubre, por el que se establece el título de Técnico Superior en Mediación Comunicativa y se fijan sus enseñanzas mínimas, estableció este título con carácter oficial y validez en todo el territorio nacional, así como de sus correspondientes enseñanzas mínimas y sustituye a la regulación del título de Técnico Superior en Interpretación de la Lengua de Signos, contenida en el Real Decreto 2060/ 1995.
Para el correcto desarrollo de sus funciones, los perfiles profesionales necesitan trabajar en una proporción de un profesional por cada usuario con sordoceguera. Es lo que se conoce como ratio uno-a-uno.
Guía-intérprete de lengua de signos

Intérprete de una persona con sordoceguera adquirida
El guía-intérprete ejerce de traductor entre la persona sordociega y el entorno, permitiendo la comunicación y la interacción con personas que no dominan la lengua de signos. El rol de este profesional es totalmente neutral, centrándose en traducir las informaciones con la máxima exactitud posible. Otra de sus funciones es la de facilitar la comprensión del espacio físico, a partir de la descripción del entorno: la distribución de las personas, del mobiliario, de los medios de transporte, obstáculos y cualquier otro elemento relevante alrededor. Ejerce también de guía para que pueda desplazarse con confianza y sin poner su vida en peligro.
El guía intérprete es el profesional idóneo para las personas con sordoceguera adquirida que conocen la lengua de signos y que mantienen un alto nivel autonomía. Estas personas son capaces de entender la información que reciben y tomar las decisiones que les conciernen, pero necesitan el soporte de un intérprete que les ayude a comunicarse en la realización de sus actividades cotidianas (ir al banco, ir al médico, asistir a clases, etc.).
Esta es una figura profesional recogida en el código de la Clasificación Nacional de Ocupaciones (CNO), y de la que existe formación profesional reglada en España.
Mediador en sordoceguera

Mediadora con una persona con sordoceguera congénita
También conoce lengua de signos, pero su papel con la persona sordociega es distinta a la del guía-intérprete. El mediador no sólo conecta a su usuario con el entorno, sino que procura su desarrollo personal. Para este fin, provoca oportunidades de aprendizaje y vinculación adaptadas a las capacidades e intereses de la persona. También adapta el entorno para facilitar su comprensión y favorecer los procesos de interacción. Se sirve de la anticipación constante y del establecimiento de rutinas, presentando las situaciones en formatos que su usuario pueda comprender, adaptándose a su ritmo. En oposición al rol neutro del guía-intérprete, el mediador crea un vínculo personal de confianza y empatía con cada usuario.
El mediador es un profesional orientado la atención de personas con sordoceguera congénita y adquirida con escasa autonomía personal. Puede ejercer sus funciones dentro de un centro educativo, trabajando en coordinación con el maestro del aula. En este caso, hablamos de un mediador educativo. Al mediador que trabaja en el hogar, o en actividades de desarrollo de competencias fuera de entornos educativos, le llamamos mediador social.
Esta figura profesional aún no está recogida en la Clasificación Nacional de Ocupaciones de España (CNO), y la formación reglada es la del Técnico Superior en Mediación Comunicativa. Sin embargo, desde la experiencia de la FESOCE este perfil adolece de algunas competencias básicas para la atención de la persona sordociega.